jueves, 23 de julio de 2009

Sobrinos, tierra y luna.

Anoche, mis sobrinos me esperaron sin dormir para poder verme. "Tenían muchas ganas de verte" me confeso mi hermana después. El pequeño, Guillem, fue el elegido para escuchar uno de mis cuentos favoritos y en ese momento recordé mi sueño nocturno, joder, como me altera el sueño tomar flores.

Soñé como nuestro planeta tierra pasada por encima de mi cabeza, todo se agitaba, todo se tambaleaba, todo caía, ella corría y yo la seguía sin hacer caso a las señales del universo.

Caían fachadas, arboles, balcones, marquesinas volaban por encima de nosotros, no había nadie, ni un alma, solo yo y mi persecución, evidentemente a la persona que seguía hacia tiempo que marcho de mi, y todo se rompía, se seguía rompiendo, y la tierra pasaba por encima de mi dejando estelas de fuego, como brillaban los colores, y entonces paro mi persecución y miro al cielo, no me importaba nada en ese momento, solo quería contemplar esa maravilla.

No vi necesario contarle este sueño al peque pero se lo varié un poco, además el tiene encima de su cabecita, pegados al techo, planetas de mil colores, con anillos dorados, mares granates, tierras verdes, amarillas, todo un collage, toda una explosión de ideas para su innata imaginación.

Entonces le explique, no se porque, una historia inspirada en la llegada del hombre a la luna, jaja, al peque no le sorprendió nada de nada, el lo veía normal, es más, me explico que el iba a todos los planetas posibles cuando le apetecía.

Todo seguía cayendo, llovía a cantaros y encima de mi solo hacia que pasar nuestro planeta cada vez rápido y más agitado, nada se mantenía en mi pie, era de noche, el planeta brillaba cada vez más, solo yo me mantenía en pie, resistiendo ante tanta destrucción, y entonces, al girar mi cabeza, la vi, ella seguía corriendo, pero nunca miraba hacia atrás, y yo decidí parar en seco, sentarme y mirar al cielo esperando a que llegue la calma.

Mi sobrino Guillem, estaba ordenando sus peluches para dormir y de repente mira un planeta y me dice,

- ¿cuantos años tienes?
- ¿yo?.- Le pregunte.
- Si tu, ¿cuantos años tienes?
- Tengo 35 años.- Me mira y se ríe.
- Sabes, la tía Merce tiene 104 años, es muy mayor, la más mayor y se va a morir.
- Se ira a la luna.- Le digo yo.

Y el pequeño, cogiéndome del brazo fuertemente, me dice:

- Yo no quiero que nadie se muera.

Se incorpora y me da un beso tremendo en la mejilla.

Siempre supe que perdería muchas cosas al dejar de correr tras algo irreal, algo que ya estaba muerto, pero nunca imagine que ganaría otra vez a mi familia, a los mios, a mis sobrinos que cada día me hacen soñar con planetas, aunque estos sigan pasando por encima de mi agitándolo todo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario